martes, 17 de abril de 2018

Lo más inspirador que he encontrado en Internet.

¿Qué imaginas al leer el título de la entrada?
Tengo mucha curiosidad, tanta como para querer saber la respuesta ya.  

Esa curiosidad me ha acompañado toda mi vida, y me ha llevado a utilizar Internet para encontrar cosas increíbles y otras bastante desagradables y desesperanzadoras (no pregunten, se los juro, no quieren saber). Por otro lado, no esperes una linda historia de superación personal, es algo mejor. 
En la actualidad es común encontrar niños pegados a una computadora o un smartphone con conexión a Internet y a padres lidiando con una variedad de problemas para "protegerlos" de los riesgos que implica usar redes sociales, por ejemplo. Aunque muchas veces son los mismos padres los que no entienden esos posibles riesgos y terminan compartiendo hasta con sus vecinos sus gustos en pornografía accidentalmente. Hace varios años estos escenarios no ocurrían como ahora; antes pocas familias tenían una computadora en casa y ahora son pocas las familias donde haya un integrante sin smartphone. 

Puedo decir que tengo cierta envidia de los que crecieron con la evolución de los lenguajes de programación, aunque la mayoría de los que crecieron así me doblan o triplican la edad, ya que me faltan unos 7 años para recorrer 30 vueltas al Sol; pero mi infancia coincidió con los inicios de las conexiones caseras a Internet y tuve la suerte de que mis padres me permitieran empezar a navegar en Internet desde muy pequeño, teniendo tanta libertad frente a una computadora como en mis días cotidianos (algo que les constará a los que me conocieron durante mi adolescencia), por lo que puedo decir con seguridad que crecí con el Internet y disfrute de muchísimos eventos curiosos entre foros y otras páginas, que no colocaré porque haría la entrada interminable. 

Pero de entre tantas cosas y tanto tiempo que he pasado navegando en Internet, hace unos años me encontré con un grupo de programadores (aunque bien, algunos podrían llamarlos 'hackers') que abrazan una frase con una terquedad increíble y digna de seguir, la frase es: 

"Amo Internet y quiero un Internet sin CP (child pornography)".

Ellos actúan siguiendo esa frase como credo, tienen sus métodos y reglas para actuar, los admiro y deseo que nunca abandonen esa terquedad y que su anhelo se cumpla. Quizá algunos piensen en series o películas al leer esto, como la serie Mr. Robot, algo que supongo basado en las opiniones de algunos amigos que me comentan que la trama es similar a lo que les cuento aquí (sí, no he visto la serie). Bueno, yo no. Yo pienso en esas personas, de carne y hueso, con problemas personales y empleos, que dedican su tiempo libre a volver el Internet algo mejor para todos, aunque su esfuerzo parezca muchas veces no dar resultados, y entonces pienso: 

Amo Internet y quiero un Internet exigente con la veracidad y exactitud en la información. 

Puede que a muchos no les parece tan noble mi idea, comparada a la anterior. Sin embargo, el tiempo y las cosas que he aprendido gracias al Internet me hacen reflexionar en el daño que algunas personas sufren por esto, desde problemas pequeños hasta cosas que pueden llegar a afectar a otras generaciones o personas que nunca hemos conocido. El Internet cada vez está más presente en nuestra vida cotidiana que pocos se detienen a pensar si realmente saben identificar la veracidad y exactitud en la información, un poco de eso escribí aquí. Aunque muchos (y me incluyo) ponen de su tiempo y esfuerzo por aportar su granito de arena a solucionar esto en redes sociales, parece que no vaya a dar resultados pronto. Las redes sociales ni siquiera son la meta ni la única forma de empeorar el problema; los algoritmos del buscador de Google, así como de otros buscadores, están siendo aprovechados para poner encima de las páginas correctas millones de páginas con información incorrecta, falsa, tendenciosa, con un fuerte y claro motivo de manipular tus emociones antes que informarte con la realidad. 

Con los conflictos de Facebook y Cambridge Analytica, la mala fama que se está ganando Twitter a causa de las fake news, y con los intentos de YouTube por limpiar su reputación por promover vídeos de conspiranoicos, charlatanes y noticias amarillistas, cada vez son más los que ponen atención a la manipulación de la información con fines de aprovecharse de la opinión, los juicios de valor y creencias personales para ganar adeptos. Para muchos parece bastante desolador un panorama de guerras injustas, muertes y pésima política; pero no, lo realmente desolador es que a pesar de que muchísimos son mayores de edad no saben distinguir la realidad de las estupideces que nos intentan hacer tragar, no consideran que muchos de los problemas que les parecen nuevos tienen un trasfondo mucho más complejo que un juego de ajedrez donde sólo encuentras dos colores. La realidad no es simple, su correcta y exacta narración en textos tan cortos como los que acostumbramos a leer constantemente en redes sociales es imposible, imbécil e irresponsable. 

domingo, 15 de abril de 2018

The Meg: Megalodon, Statham contra los ¿moluscos?

Me he propuesto escribir opiniones, reseñas y críticas de películas, series y libros, que algunos me han pedido, en mi blog y he decidido empezar con esta película porque sí que lo merece bastante. No esperen nada serio, después de todo es mi blog personal. Si quieren leer algo más educativo, los invito a leer mis entradas en ¡Pío!, al mundo.

No me considero un fanático de las películas de acción, pero comparto que disfruto bastante de las escenas donde hay peleas y persecuciones en vehículos, sobre todo si están medianamente bien realizadas; no suelo ponerme muy exigente en estos aspectos como lo hago cuando incluyen aspectos o tecnicismos científicos o con el argumento de las historias de ciencia ficción. Por lo que es de esperar que disfrute de las películas de Jason Statham, donde suelen incluir estos dos elementos. Pero The Meg... 

Ay, The Meg... 
Hollywood lo hizo de nuevo, se pasó a la ciencia por el arco del triunfo. 


Una vez más veremos en la pantalla grande la irracional fobia a los tiburones con el nuevo filme The Meg. Esta vez, en una nueva película de ciencia ficción protagonizada por Jason Statham, que se estrenará el 10 de agosto del 2018 en Estados Unidos. Ahora no les ha bastado sólo con promover la mala fama a los tiburones, cosa que pasó con la saga Jaws, que ayudo mucho a la industria del cine pero afecto más a la biodiversidad marina fomentando el miedo y la persecución de los escualos, aunque esto lo dejaré para otra ocasión, probablemente escribiré de ese tema en La oveja negra

Bueno, ahora se han metido con los moluscos, sí, leíste bien, con los moluscos. Si ya viste el trailer, no me refiero al calamar gigante que aparece. Simplemente han preferido poner encima la tradición sobre el conocimiento, lo que ha provocado memes y risas entre paleontólogos y biólogos. Se han dejado llevar por anticuados ejemplos de divulgación científica especializada en paleontología.

El antagonista parece ser un ejemplar de la famosa especie extinta de tiburones Carcharocles megalodon, que habitaron entre el Mioceno y el Plioceno, siendo un mega-depredador marino durante casi 20 millones de años, y que se sospecha no lograron sobrevivir a las migraciones de sus presas durante la glaciación cuaternaria, causando la aparición de los grandes cetáceos. Aunque no se conoce su tamaño exacto se cree que pudo alcanzar un tamaño máximo de 25 metros de longitud, tanto como un tractocamión con doble remolque, parece ser que aquí se lo reinventaron y harán una criatura colosal al más fiel estilo del Mosasaurus de Jurassic World, supongo que con alguna justificación sacada de la manga.

Pero el tamaño no importa, esta vez. Aquí importa el nombre, que pertenece a un género de moluscos bivalvos también extintos, que habitaron los océanos durante poco más de 200 millones de años, desde el Devónico hasta el Jurásico, y que sobrevivieron a varias extinciones masivas. A Jurassic Park se le perdonó con su numerosa cantidad de divergencias como: los dinosaurios aviarios y la ausencia de plumas, el enorme tamaño de los Velociraptor, el gruñido del T. rex. Los lentos resultados de la investigación científica en paleontología de hace casi 30 años lo justifican. Pero actualmente es diferente, y Jurassic World ha tenido que rellenar huecos argumentales para satisfacer a los fans, a pesar del Mosasaurus mencionado.

¿Quién es el tipo rudo aquí, el tiburón gigante y sin talento para sobrevivir la era de hielo o el molusco patea bolas que sobrevivió a varias extinciones masivas?
Los paleontólogos han votado con memes, produciendo su historia alterna con más incorrecciones científicas y trayendo a escena al amonite asesino. 

Volviendo a la película original, espero verla, que hayan desarrollado una buena historia, y no empeoren la fama de los tiburones. Quizá escriba una reseña de ella. 


Nueva sección: opiniones, reseñas y críticas.

Bienvenido a esta nueva sección en este blog.

Si ya me conoces o ya me has leído con anterioridad, aunque sea un poco por redes sociales, quizá sabrás que este no es mi único blog. En realidad, se trata de mi blog menos conocido y el más desatendido, aunque también es el más reciente, por ahora. Un blog con textos personales que más parece de mí para mí.

Bien, cambiaré un poco la fórmula. A partir de este momento aviso que escribiré mis opiniones, primeras impresiones, reseñas y críticas, de vez en cuando, de algunos libros, series y películas. No volveré a este blog un sitio especializado en ello, por lo que no les invito a esperar un contenido constante con este tipo de material, lo haré por entretenimiento y por darle un espacio a opiniones que escribo o digo y se pierden sin dejar registro.
A varias personas les agrada la idea, creo que es una buena forma de ganar lectores nuevos y, de paso, empaparlos con los motivos que me llevaron a abrir y escribir en mis otros blogs.

Si no conoces mis otros blogs, te invito a leerlos; seguro te parecerá entretenida alguna de mis entradas en ¡Pío!, al mundo y La oveja negra. El primero apunta a la divulgación científica y al contenido educativo, mientras que el segundo apunta al pensamiento crítico y racional, con un poco de ciencia y escepticismo.

Desde hace meses contengo las ganas de escribir sobre los libros que he leído, que es la primera razón por la que quiero dar espacio a mis opiniones. Soy un lector voraz, con lecturas muy diversas y que aplica el pensamiento crítico a ellas constantemente; esto es algo que pocos lectores voraces hacen y permiten que cualquier lectura pueda deformar su visión de la realidad por darle una especie de "agradecimiento" al escritor... Por ello, no es extraño a encontrar lectores constantes que sean fans de Alejandro Jodorowsky o Paulo Coelho. Bien, yo no hago eso y a muchos les divierte que haga críticas reales a este tipo de lecturas sin mareos ni abrazando las creencias que te invitan a tener. En lo particular, prefiero lecturas académicas, de divulgación científica o ciencia ficción.

Mi punto débil es que no acostumbro a ver series de ningún tipo, las veo después de que me insisten mucho tiempo o a menos que mi padre me las recomiende (pues considero que tiene buen gusto para escogerlas). Lo mismo ocurre con el tema de las películas, aunque soy un cliente regular de los cines, no acostumbro a ver dos veces una película. Una vez más, a varias personas les parece divertido que aplique una visión realista o una corrección científica a las películas y series, aunque también me se meter en las reglas que rigen el escenario de la trama.

Esto será algo experimental por ahora, sin ninguna clase de constancia y por pura diversión. Si veo que las entradas atraen lectores le dedicaré más tiempo a ello y quizá permita votaciones para las siguientes entradas. No prometo nada, pero si esto da resultados quizá expanda estas opiniones a la música, animes, cómics, mangas, videojuegos y más; les sorprendería la cantidad de cosas sorprendentes que me guardo de estos temas.